“El ruido es vida, y el exceso de ruido es señal
de que la vida es buena. Ya tendremos tiempo
para guardar silencio cuando estemos muertos”
Salman Rushdie (Bombay 1947)
de que la vida es buena. Ya tendremos tiempo
para guardar silencio cuando estemos muertos”
Salman Rushdie (Bombay 1947)
La
palabra ánima significa soplo, alma. Se le insufla alegría al alma a
través de la música, del humor o del arte. Por ello históricamente los
buenos animadores han estado ligados a los escenarios musicales o
teatrales.
Nuestro género folclórico
más relevante, la gaita, ha tenido insignes animadores: Pedro Colina,
Daniel Alvarado, Ender Fuenmayor, Chavín, Ozías Acosta, Leandro Lenin.
Pero el gaitero que se ha conectado con el público juvenil con mayor
fuerza, que ha logrado levantar sus almas y ponerlos a bailar al mismo
compás, es Oscar González. Desde el año 1987 cuando lo conocí en los
estudios de Radio Calendario, Oscar Martín González Nava ha sido un
dinamo de energía, siempre sonriente, trabajador entusiasta, con un
carisma que no es fácil encontrar en el común de los ciudadanos.
Él
nació el 6 de mayo de 1966. Sus padres son Jesús Ángel González, a
quien nombra en sus gaitas como “Papá Chucho” y Gemina Nava, quien es su
principal promotora, ha fungido como la gestora de la comunidad virtual
del @Koquimbaoficial. A ella la llama “Mama Gemina”.
La
niñez y adolescencia de Oscar González transcurrió en la barriada El 18
de Octubre, la cuna de grandes gaiteros fundada en 1946. Comenzó su
andadura por la música en la escuela primaria “23 de Enero”, luego en el
Liceo Alejandro Fuenmayor. Conformó con sus compañeros de clases la
agrupación Jóvenes Gaiteros en 1985. En el año 1987 crea junto a sus
hermanos y amigos más cercanos su agrupación Koquimba, vocablo inédito,
que se ha convertido en un significante de alegría. El primer éxito en
la radio fue “Los entierros” gaita jocosa, que hablaba de “salar al
muerto ante la escases de urnas”, de la autoría del geodesta Arcadio
Martínez Junior:
“Ay María si muero
entiérrenme aquí en la casa
las urnas están escasas
y te cuestan un realero.
Ay Dios mío que jaibero
que ni muerto se descansa”
(Martínez, 1987)
entiérrenme aquí en la casa
las urnas están escasas
y te cuestan un realero.
Ay Dios mío que jaibero
que ni muerto se descansa”
(Martínez, 1987)
Le
siguieron los éxitos “La crianza”, “Pilatos y Judas”, “La gaita en
Procesión” que fue electa “gaita del año” en 1992. El tema de Wolfang
Romero y el Papi Zuleta “La Philco” se convirtió en un clásico:
más vieja que estornudar,
vieja como la nevera
marca Philco de mi hogar.
Así es nuestra gaita maracaibera
como las olas del mar”.
(Romero y Zuleta, 1999)
Desde
entonces no ha parado de grabar y viajar por toda Venezuela la
agrupación Koquimba, cada temporada coloca uno o dos temas en las
carteleras de éxitos nacionales. Como compositor Oscar González tiene
una centena de obras registradas, la mayoría las ha cantado con su
agrupación.
El carismático Oscar ha
tenido la dicha de grabar duetos memorables con grandes figuras. En 1997
con Astolfo Romero su tema “Ay corazón” que versionaron Los Blanco. En
1998 grabó con Oscar D´ León la parranda “Qué tontería”. También ha
grabado a dúo con Neguito Borjas, Ozías Acosta y con el cantor llanero
José Ernesto Vásquez:
“Ay corazón ya estabas acostumbrado
ay corazón a sentir su calorcito
ay corazón hoy te han dejado solito
ay corazón muy triste y acongojado”
(Romero, 1997)
ay corazón a sentir su calorcito
ay corazón hoy te han dejado solito
ay corazón muy triste y acongojado”
(Romero, 1997)
Oscar
Martín González es un asiduo visitante de canchas deportivas y
gimnasios. Siguiendo los viejos preceptos griegos, él emplea su tiempo
en la música y la gimnasia. Está convencido que eso lo mantiene lejos de
los problemas metabólicos que en el pasado lo afectaron. Le permiten
renovar su energía y mantenerse con presteza y a tono para su ardua
labor artística.
Desde 1999 hasta el
año 2007, él tuvo la responsabilidad de crear la gaita de temporada
escolar para la cadena de Papelerías Ramírez. Se hizo una tradición
escuchar su voz en todas las emisoras de la región, con su entusiasta
estilo. Oscar se convirtió en la imagen de ese centro papelero zuliano.
Eso forjó una sólida amistad con el empresario Guillermo Ramírez,
padrino de su hija mayor Ángeles de Jesús, a quien conoció gracias a la
coordinación del destacado locutor Bismark Pernalette, ya fallecido. En
sus jingles publicitarios lo bautizó como: “el rey papelero”.
En
el año 2003 Oscar González fue nombrado directivo de la Fundación de la
Gaita Ricardo Aguirre Fundagraez. Fue uno de los líderes que aupó la
enseñanza de la gaita en las escuelas del Zulia, los festivales en las
barriadas y que dejó un hermoso legado. Esa responsabilidad la ejerció
hasta el año 2012.
Él es un buen
ejecutante del cuatro, instrumento con el que compone sus temas. Es
fanático de la música del payador ecuatoriano Julio Jaramillo “El
ruiseñor de América” (1935-1978), sus temas los canta desde que era un
adolescente. Hasta se ha sentido tentado a grabar una producción
antológica de la obra jaramillana, con arreglos contemporáneos de los
temas más emblemáticos del recocnocido rey de las rockolas, sinfonolas y
velloneras. Las tesituras de Jaramillo y González son parecidas, ambos
son tenores ligeros:
“No puedo verte triste
porque me mata
tu carita de pena
mi dulce amor”.
porque me mata
tu carita de pena
mi dulce amor”.
Jaramillo
en 1965 se radicó en Venezuela, llegó a grabar gaitas con Turpiales
dirigidos por Nelson Chacín, composiciones de Firmo Segundo Rincón y
vals zuliano “Brisas del Zulia”. De allí su fuerte influencia en el
gusto musical de los venezolanos, sus letras se grabaron a hierro
candente en las almas de los radioescuchas:
“Yo sufro lo indecible si tu entristeces,
no quiero que la duda te haga llorar,
hemos jurado amarnos hasta la muerte
y si los muertos aman,
después de muertos, amarnos más”.
no quiero que la duda te haga llorar,
hemos jurado amarnos hasta la muerte
y si los muertos aman,
después de muertos, amarnos más”.
El
payador ecuatoriano murió a los 43 años debido a los excesos de la
bohemia. Su música sigue sonando, muchos la asocian a los serrallos y
lupanares de las urbes caribeñas, pero es de grata recordación en los
corazones venezolanos.
Como
un gladiador de las tarimas, Oscar restaura sus fuerzas en la calidez
del lecho familiar, junto a Geraldine Romero León, su esposa desde 1997,
con quien conformó un hogar de cuatro hijos: Ángeles de Jesús, María
Cecilia, Sebastián y Miguel Ángel. Unidos a su extensa familia de cinco
hermanos: Orlando (administrador del Koquimba), Janeth de Romero
(educadora) Yumaira, la voz femenina del grupo y los morochos Jesús y
David, también solistas de su agrupación; sus cuñados y sobrinos, en su
mayoría educadores, comunicadores y empresarios de la música. Todos
conforman una gran coral gaitera cuando se reúnen en la casa de sus
padres “La Koquimbera” ubicada en el sector “18 de Octubre”.
De
la familia, ha despuntado con mucha notoriedad su sobrina Gabriela
Romero, llamada en la televisión latina de Miami-Dade: Gaby. Es un
portento de animadora y cantante, con una belleza espléndida. Ella es su
ahijada querida.
La dimensión
personal más desconocida de Oscar es la de creyente cristiano, tiene una
profunda fe en Dios y es un gran devoto de la Virgen Chiquinquirá. A
ella le ha compuesto gaitas, le ora, la visita. Tiene acostumbrado a sus
amigos y allegados, a los mensajes bíblicos a través de los medios
electrónicos, sus redes sociales, que siempre terminan con la frase:”lo
certifico”. Eso es una constante, representa para Oscar casi un
apostolado. Su obra como animador de multitudes y cantante popular está
dedicada a Dios padre y a la madre celestial. Es un hombre antípoda a la
nigromancia y las artes negras. Se considera un ser de luz.
Oscar
Martín González Nava está comenzando un período de experimentación
musical, fusionando la gaita con el vallenato. Piensa que a los
creadores no se les puede colocar corsé, deben respetarse sus obras,
dejarlos crear. El público es quien decide si apoyarlos o execrarlos.
Por ello, en el año 2007 aceptó la invitación del poli-instrumentista,
arreglista y comunicador Fernando Valladares para participar en su álbum
experimental “OMNI”, es decir: objeto musical no identificado.
Cuando
Oscar está en una tarima, establece un campo magnético a su alrededor,
el público se conecta con su voz y obedece sus mandatos. Parece un
pastor en trance: se quita la camisa, le ordena al público quitarse las
suyas, se quedan con su tórax a la intemperie, incluso, algunas mujeres
acatan su orden y muestran su pechera. La alegría se vuelve atmósfera y
lo envuelve todo, revienta en los corazones de sus espectadores. A sus
seguidores los pone a brincar, les pide: “una bulla, bulla, bulla” el
ruido es ensordecedor, es una señal de vitalidad, de alta vibración
conjunta. Es un showman criollo, empático, dotado de singular excelencia
para entusiasmar públicos, que habla un idioma llamado gaita. Dueño de
una energía inagotable en los escenarios.
En
sus shows, los espectadores terminan con los pañuelos en mano y sin
camisa, aplaudiéndolo airados y sin pausa, como una riada.
León Magno Montiel @leonmagnom
CORTESIA DE NOTICIA AL DIA