sábado, 5 de julio de 2014

El Cumpleañero de hoy: Betulio Medina, un tenor con alma zuliana.



“Si algún día regreso:
tórname en adorno de tus pestañas,
cubre mis huesos con hierba purificada
con el agua bendita de tus tobillos.
Y átame con un mechón de tu cabello
o con un hilo del borde de tu vestido;
tal vez me convierta en un dios”
Mahmud Darwish (Palestina,1941-2008)


Medina es una palabra magnética y poderosa para 1.200 millones de musulmanes alrededor del mundo. 
“Al-madenah” o Medina, es la ciudad donde murió el profeta más importante del islamismo, Mahoma, el 8 de junio del año 632, allí fue enterrado. Desde entonces al pronunciar ese vocablo, resuena el aldabón del misticismo milenario, el eco de un misterio épico, que habita en el ardiente desierto árabe.


La voz imantada, Medina, es el primer apellido del cantante con registro lírico, que ha dedicado su vida a la gaita: Betulio. Él nació en la Laguna de Sinamaica el 5 de julio de 1949, en medio de una extensa familia de músicos liderada por su padre Antonio “Totoño” Medina, un músico natural que aspira a celebrar sus 100 años, pues nació el 14 de julio de 1914. Su madre, María Concepción Paz, apellido de ascendencia paraujana.


Betulio comenzó a cantar a los seis años en el conjunto de la familia, Alma Zuliana, fundado en 1954. Fue bajista, solista, base y peana de la agrupación conformada por sus hermanos y sobrinos. Ese conjunto criollo pegó en toda Venezuela la danza “Sinamaica” de la autoría de Hermán Laguna:


“Sinamaica es un pedazo de guajira
tierra ardiente y silenciosa
nunca te podré olvidar”


La voz baritonal de su hermano mayor Moisés, hacía polifonía con la de sus hermanas, con tesituras de contralto y soprano, mientras lucían mantas guajiras iridiscentes, que le daban distinción a la agrupación marense.


En 1968, Betulio Enrique Medina Paz dio el salto a la gaita profesional, con la divisa creada por “El Monumental” Aguirre: Cardenales del Éxito. Llegó de la mano de Douglas Soto y grabó “La portentosa” de la autoría del profesor Orángel Paz:


“Mi gaita la embajadora
del sabor y la alegría
primor de la patria mía
eres reina emperadora”


En la divisa cardenal estuvo hasta el final de la temporada 1969, el año de la muerte de Ricardo Aguirre. En 1970 se marcha a Caracas buscando desarrollarse como cantante lírico. Comenzó en la Academia “Lino Gallardo”, estudió canto y solfeo, ensayó zarzuelas como tenor solista. Debido a su manifiesto talento consigue una beca para ir a perfeccionar su arte vocal en Italia, pero desiste por estar atrapado en la atarraya de la gaita y la canta criolla. Betulio comenzaba a echar raíces en la cosmopolita capital Santiago de León de Caracas.


En 1972 ingresó al conjunto Oro Negro y graba varias gaitas. Comienza a tener reconocimiento como buen cantante, de voz poderosa, con características de tenor operático.


En 1974 conformó su propia agrupación, la llamó Maracaibo 15 y así comenzó su larga saga de éxitos musicales. Hoy en día está entre las mejores agrupaciones del género pascuero, con un extenso repertorio de obras de célebres compositores: Manny Delgado, Simón García, Neguito Borjas, Eurípides Romero, Heriberto Molina, Ricardo Portillo y Astolfo Romero. Incluye éxitos latinoamericanos como “Amparito”, “La moza”, de 1977, tema que fue grabado en la década de los 80 por José Luis Rodríguez y sonó con fuerza en España:


"Conocí a una moza
que me impresionaba al verla no más,
de piel tan fresca y lozana
como florecita recién cortá"


“Canaima” de 1976, “Muñeca” de 1981, “La negra del tamunangue”, “Amigo” de 1988, “El fríoducto” de 1989, “Narciso Perozo” de 1987, “El cañonazo”, “Viejo Año”, “El 18 de noviembre”:


“El 18 de noviembre
a San Juan de Dios nos vamos
y con amor te adoramos
Virgen de Chiquinquirá
porque vos con tu bondad
milagrosa virgencita
tenéis la dicha infinita
de bendecir mi ciudad”
(Eurípides Romero, 1983)


En los años 90, cuando trabajé como productor y locutor del Circuito Continente en Caracas, cuya sede estaba ubicada en el edificio Cosmos, calle La Joya, entre La Libertador y Miranda, compartí mucho con Betulio. Él tenía su base de operaciones en “El Bodegón de Las Mercedes” donde actuaba con su banda y su conjunto de gaitas. Allí compartimos tertulias y tragos vespertinos. Lo vi actuar con supremo dominio del escenario. Solía hacer incisos en su show para interpretar temas de su ídolo Nino Bravo, cantaba “Nohelia” en su tono original. Al finado cantante valenciano, lo conoció y le estrechó su mano en 1971 en Caracas, dos años antes de su fatal accidente automovilístico. Era una presentación a los medios del sello Polydor, su casa editora. Ese encuentro reforzó su admiración por el español, cantante inmortal. 


Durante décadas, Betulio Medina hizo levantar de sus sillas a los seguidores y bohemios que solían frecuentar las salas de espectáculos. Él lideraba como gaitero en la noche caraqueña, con su voz marcaba la celebración de fin de año. En el decenio 1990 fueron integrantes de su conjunto Maracaibo 15, Enriquito Quiroz, Moncho Martínez y Macatraya Medina. Es decir tenía un batallón de humoristas en sus filas, lo que hacía muy carismática a la agrupación.

Betulio ha participado desde el año 2000 en el proyecto Los Chiquinquireños, el grupo de grandes músicos y gaiteros que se reúne para ofrendar a la patrona zuliana. Con ellos ha grabado temas importantes, entre otros: “Alas de hielo” y “Pétalos de aurora”, ambos de Renato Aguirre, y “Misterios chiquinquireños” de Jairo Gil:


“Yo vi un joven muy inquieto
cuando la Virgen pasaba
que la gorra se quitaba
en señal de gran respeto,
lo aplaudí y acepté el reto
y al aire lancé sincero
mi fe, mi verso, el sombrero
y todo mi amor completo”


En paralelo a la producción discográfica gaitera, ha realizado dos álbumes de canta criolla: “Toro cimarrón” con el éxito homónimo de su compositor-amuleto Simón García y “Joyas venezolanas”; producciones que han gozado de la aceptación del gran público nacional.


La última gaita que compuso Astolfo Romero, “Tu ave cantora”, cuya guía melódica dejó en el estudio de grabación de Heriberto Molina, fue dedicada a Betulio Medina. Eso sucedió el 20 de mayo del año 2000, horas antes de caer fulminado por un infarto “El Parroquiano”.

Astolfo le otorgó al tenor con alma zuliana, el honor de cantar ese tema-oración, donde relata la historia artística del joven nativo de la Laguna de Sinamaica en la Sultana del Ávila, vivida desde la década de los 70:


“Yo me fui a la capital
y allí sembré mis raíces
y a mi vida di matices
con un color especial,
no olvido que soy oriundo
del pueblo de los gaiteros
de mi lar maracaibero
el mejor pueblo del mundo”


Los músicos presentes esa tarde de mayo: Germán Ávila junior, Ramir Salazar, Humberto Sánchez, dan testimonio de cómo, la máquina donde había grabado Astolfo la guía, se accionó varias veces, sin estar el técnico de audio presente, para dejar escuchar la voz del compositor y cantor, que esa misma noche se marcharía para siempre. Fue su despedida, un epitafio melódico:


“Bendíceme sagrada Virgen María
Chinita mía, Chiquinquirá, protégeme.
Por los caminos que ando
que donde yo esté cantando
voy renovando mi fe.
Acompáñame;
que en mi corazón tu moras
y tu eterna ave cantora
humildemente seré”


Betulio tiene cuatro hijos, la mayor es Betriks, locutora, cantante y musicalizadora del canal Venevisión. Ella con orgullo se hace llamar “La Moza” y comparte los escenarios con su padre en la temporada gaitera. Ernesto Renato, Mario y Betulio Junior conforman el triduo de varones. Con ellos tiene una complicidad de hermano, signada por el acompañamiento permanente y el apoyo al desarrollo de sus vidas y sus carreras. Es un padre solidario, cercano y amoroso.


Lleno de proyectos y esperanzas, sigue colaborando con las producciones de Huáscar Barradas, Oscar D´León y su concierto sinfónico. Se prepara para celebrar los 40 años de su grupo Maracaibo 15, junto a Francisco Pacheco, el Grupo Gaélica y Serenata Guayanesa. Todo esto con su registro vocal intacto, su voz impecable, con una afinación innata, cantando en los mismos tonos de hace 45 años atrás, pero ahora, con mayor maestría.


Hemos tenido muchos embajadores zulianos en el mundo: Humberto Fernández Morán en la ciencia; Luis Aparicio en el deporte; Rafael María Baralt en las letras; Felipe Pirela en los boleros. Pero en la gaita, nuestro embajador plenipotenciario es Betulio Medina, la voz lírica que da timbre al fin de año.




Es una tradición para Betulio Enrique Medina Paz, regresar a su tierra zuliana dos veces por año, para instalarse en su casa marabina y compartir con sus viejos amigos, cantar, jugar dominó, colaborar con nuevas producciones musicales. Para él, su tierra natal es como la madre insustituible, a la que está atado por un mechón de su pelo, o por el hilo de su vestido, de por vida. Ese amor lo ha convertido en un dios de nuestra musicalidad más genuina y más raigal.

Nota realizada por: @leonmagnom
Cortesia de: Sabor Gaitero

Gladys Vera, voz de fuente divina








“Tu voz hace un imperio en el espacio.
Esa sonrisa como estandarte
al frente de tu vida”.
Vicente Huidobro (Chile 1893-1961)


Su presencia tiene esplendor, ella encarna el perfecto balance entre sensualidad y el más elevado misticismo. Es una mujer ángel. Su tez blanca refleja una luz rosa. Su sonrisa serena, sabe reclamar miradas. Somete a los espectadores, los pone a derecho de su gracia. Su voz es la corona de su grandeza. Esa dama es Gladys Vera, la cantante más reconocida del género gaitero.


Gladys Mercedes Vera Mora nació el 4 de julio de 1949 en el sector La Hoyada, donde tuvo su sede la primera hidrológica de la ciudad, hacia el final de la avenida Bella Vista. Maracaibo aún recordaba a los aguadores y su recua de asnos, llevando las botijuelas a las casas de barro reseco.


Como todas las muchachas zulianas, ella comenzó a participar en las veladas familiares, le gustaba ejecutar el furro, el instrumento insignia de la gaita. A principios del decenio 1960 ingresó al conjunto Santa Canoíta con ese rol de percusionista poco usual para una fémina. Por esos años, recibía la influencia de grandes cantoras del género: Altagracia Vílchez, Raiza Portillo, Betty Alvarado. En 1966 ingresó a Santanita, conjunto creado el 26 de julio de 1964, día de Santa Ana, de allí su nombre. Participó junto a sus hermanos Oswaldo Vera y Miguel Mora. Solía actuar en Los Alisos y en la fuente de soda El Naranjal, allí comenzó su estelar trayectoria como solista, sustituyendo a su mentora Raiza Portillo, quien había sonado en todo el país con los temas “La bella del tamunangue”, “Las campanas de San Juan” y “El gavilán”.


En 1973 pegó el tema “Yo soy la gaita”, en 1974 logró el primer premio en el Festival de Gaitas “Virgilio Carruyo”, con el tema “Mi orgullo” de Astolfo Romero. Ese fue el primer aldabonazo para anunciar su carrera llena de éxitos, comenzó así, su saga de triunfos. Le siguieron gaitas de gran calidad, como “Estampas” de la autoría de Astolfo Romero:


“Se solía emperifollar
la vieja María Dolores
cuando con furros
y tamboras a su casa llegaban
era la abanderada
y una gaita le iban a dar”
(Romero, 1979) 


En 1976 “Amor marginal”, la danza de Víctor Hugo Márquez que retrata a la mujer marginada y abusada de las barriadas venezolanas de entonces:


“Tenía yo quince años
veinticinco vos
y con picardía
nos decíamos adiós
por la puerta del racho
pasabas mirón
me echabas piropos
y me hablabas de ilusión”
(Márquez, 1976)


Ese mismo año graba uno de sus temas más relevante: “La antorcha” de la autoría de Simón García, una sublime protesta contra la antigua planta El Tablazo ubicada en Los Puertos de Altagracia, un complejo petroquímico altamente contaminante. Su obsoleta planta de cloro-soda vertía desechos al lago y emanaba gases malignos que produjeron graves daños a la población zuliana, especialmente a los habitantes del pueblo mirandino El Hornito:


“Mira como altiva
se levanta al cielo
hiriendo tus noches
su resplandecer,
antorcha que humilla
que es escarnio
felonía permanente
luz incandescente
que engaña a la gente
con brillo oropel”
(García, 1976)


A partir del año 1999, el Gobierno Bolivariano comenzó la recuperación y modernización de ese complejo, ahora llamado “Ana María Campos”, controlando por completo su actividad, garantizando procedimientos ecológicos. 


El conjunto Santanita tenía como principal distinción sus coros polifónicos, los arreglos vocales realizados por su hermano Oswaldo Vera, respaldados por una percusión de alto nivel ejecutada por Hugo Bohórquez, Diógenes Madrid, William Caraota Molina, Juan Carlos Viloria y Antonio Espina “El Mandril”. Y la armonía vanguardista a cargo de José Luis Suárez, Edwin “Sopita” Carrasquero y Sundín Galué. Sus compañeros cantantes fueron Cheo Beceira, Astolfo Romero, Danelo Badell, Ricardo Hernández, Alberto Carruyo, Sundín Galué, Marvin González, Hermilo Suárez, Chuchín Ferrer, José Isea, Jhonny Campos, Perucho Espinoza, Ramón Rosado, Carlos Méndez y Alberto Villasmil.


Siguieron apareciendo sus éxitos en las carteleras del país, Gladys Vera sonaba en las emisoras de occidente, pegó los temas “Galante y coqueta”, “Por eso gaita” en 1977 de Humberto “Mamaota” Rodríguez; “Mi gentilicio”, “Latinoamericano” de Rafael Rodríguez en 1979, “Siempre estaré contigo” y “Anhelo” en 1980.


A finales del año 1979 una terrible noticia estremeció a la ciudad; Gladys es diagnosticada de lupus. En esos días de confusión e incertidumbre, se le realizó un gran homenaje donde participó todo el gremio gaitero, también participaron los comunicadores liderados por Henry José Chirinos. Ricardo Portillo le compuso el tema “Mis gratos recuerdos”. Afortunadamente, su patología autoinmune se hizo estacionaria, superó ese trance y pudo seguir desarrollando su gran pasión, el canto.


Con la gaita “Mi vieja plaza Baralt” participó en 1985 en el Festival “Una gaita para el Zulia”, patrocinado por Industrias Pampero, logrando una destacada figuración.


Junto a Neguito Borjas grabó un tema de despecho, en tiempo gaitero, que se quedó en la memoria colectiva, titulado “Cuando el amor se va”, inserto en el álbum de Santanita de 1984:


“Te lo debo decir
tienes que comprender
yo no te quiero herir
pero debes saber
que ya mi corazón
pertenece a otro querer
no preguntes porque
no encuentro una explicación.
Dime qué te he hecho yo
para esto merecer
si te he dado mi amor
y siempre te fui fiel
no puedes irte así
dime al menos quién es
¿quién te aleja de mi,
cuál es la otra mujer?"
(Borjas, 1984)


“Mi entrega” es otro tema romántico icónico, compuesto por Ricardo Portillo, ella lo grabó en 1991 con Maragaita. Con esa agrupación militó desde 1988 hasta la temporada de 1991. Al año siguiente pasó a Cardenales del Éxito y en su primera temporada con esa divisa graba “Fuente Divina”, una danza con características de salmo, cuya letra es de Jesús Rizo y la música de Jorge Luis Chacín:


“Hermoso lago
hermosa fuente divina
lleno de plenitud y transparencia
viste nacer a mi China.
Fueron los peces
junto a las olas
los que llevaron la tabla
de nuestra Santa Patrona”
(Rizo y Chacín, 1992)


En esa década sonó en toda Venezuela con “Corazón y sentimiento”, “Sangre gaitera” en 1995, y “Lucero de amistad” acompañada por el coro de la iglesia “San Ramón Nonato”. Jesús Terán “Chavín” la solía presentar como “la monumental de la gaita” animando con gran talento, con mucha emoción, el público la recibía de pie.


En 1999 acompaña a Ricardo Cepeda en el lanzamiento de la agrupación Los Colosales. Participa en el tema “Cántame”. En esa divisa se mantiene hasta la temporada 2001.


En paralelo Gladys grabó como invitada especial con la agrupación Birimbao “Juanita prendé el fogón” junto a Jerry Sánchez. Participó durante una temporada en Los Compadres del Éxito, y el cuatrista Douglas Isea la invitó a participar en su proyecto discográfico El Trabuco Gaitero en “Somos la gaita”. Con la Orquesta Sinfónica de Maracaibo dirigida por Havid Sánchez realizó un gran concierto de gala, que más tarde se grabó.


El talentoso saxofonista y director de orquesta Juan Belmonte, escribió para ella “La suite gaitera” que tituló “Gladys Perpetuum”, una oda a su extenso repertorio como solista. Se estrenó en el Teatro Bellas Artes el 4 de noviembre de 1994 con éxito resonante.


Gladys comparte sus días con Fernando Calzadilla, su esposo desde hace 30 años. Él es un militar retirado, hombre prendado de la gaita. En su hogar siempre suena su música, está lleno de sus recuerdos y sus preseas. Él le ayuda a organizar su agenda de visitas a los medios y sus actuaciones, con gran dedicación. Con Fernando comparte gustos sencillos: su predilección por la gastronomía zuliana, sus paseos por La Vereda del Lago, sus giras musicales.


Desde el año 2001 nuestra sempiterna reina de la gaita colabora con la agrupación Los Chiquinquireños. Con ellos ha grabado varios surcos para ofrendar a la Virgen Chiquinquirá, de la que se considera su hija. Logró notoriedad con el tema “Cuando habla mamá” de Víctor Hugo Márquez, grabado junto a Carlos González. Ella las define como gaitas oraciones, cargadas de gran expresividad y talento, con la misión de homenajear a la virgen de rostro moreno, la que nos identifica desde hace tres siglos.


Esa mujer elegante, que luce hermosos ropajes, y se cubre con chales señoriales, es la voz femenina referencial de la gaita venezolana: Gladys Mercedes, no sólo tiene título de reina, tiene el andar y la pose natural de una soberana. Como lo cantó el vate chileno Huidobro en su “Altazor”:


“Si tú murieras
las estrellas a pesar de su lámpara encendida
perderían el camino
¿Qué sería del universo?”


Espero que Gladys Vera siga ejerciendo su reinado gaitero por muchos lustros más, para la mayor gloria de nuestra música.

Nota realizada por @leonmagnom
Cortesia de Sabor Gaitero