domingo, 16 de febrero de 2014

Hoy se cumplen 29 años sin Alí Primera: “Que triste se oye la brisa…”

CORTESIA DE NOTICIA AL DIA


El recordado “Cantor del Pueblo”, Alí Primera, murió en un lamentable accidente vehicular ocurrido en la carretera Valle-Coche de Caracas en 1985, un 16 de febrero.


A continuación se reproduce una destacada reseña sobre la vida del trovador Alí Primera, escrita por Mariandry Laclé y publicada meses atrás en YVKE Mundial.


“Bluyin”, camisa roja, gallito en pecho, par de botas y guitarra en mano era el acostumbrado atuendo de quien se convertiría en el eterno cantor del pueblo venezolano: Alí Rafael Primera Rossel.


Alí o Ely (según reza su partida se nacimiento) nació el 31 de octubre de 1942 en la ciudad de Coro, estado Falcón. Hijo de Antonio Primera y Carmen Adela Rossel. Don Antonio se desempeñaba como funcionario de la policía y falleció en medio de una balacera en 1944, dejando al pequeño Alí huérfano de padre con tan sólo 2 años y nueve meses de edad. Pasó su infancia entre San José de Cocodite y Las Piedras, ambas poblaciones pertenecientes al estado Falcón.





 
 La inmensa sensibilidad social se fue forjando en Alí desde su niñez. De pequeño se paseaba por los “carros casas” de los gringos que eran contratados por las petroleras para trabajar en Paraguaná y observaba cómo se alimentaban a placer y con lujos, mientras la gente de su pueblo, entre los que se contaban él y su familia, pasaban hambre.

En las tierras áridas de Paraguaná, Alí ayudó a su madre y hermanos con la venta de empanadas y dulces caseros. Algunos vecinos le recuerdan pidiendo siempre la “ñapa” y dirigiéndose feliz de vuelta a su casa, independientemente de qué tan buena o mala había sido la venta.


Familiares hablan de la personalidad del cantor


A los 6 años de edad, Alí se inició como “limpia botas”. “Hoy no fío, mañana sí”, dice el letrero del cajón, aún conservado por su familia en Punto Fijo. Pese a la situación precaria que tuvo que atravesar, es recordado por sus familiares como un ser humano dispuesto a compartir todas sus cosas con quien demandara alguna necesidad.


“Alí no soportaba ver a un ser humano pasar hambre. Él llegaba a la casa y decía: ‘Mamá, ¿qué tienes por ahí para comer? Porque me encontré a estos niños con hambre’”, cuenta su hermana menor materna, Mireya Padilla Rossel. No conforme con esto, buscaba de su ropa limpia y zapatos para vestir a los pequeños que encontraba desnudos y sin calzado.


Entre los 12 y 13 años de edad, fue boxeador, durante esta etapa de su vida se dedicaba a apostar en las peleas y el dinero que obtenía lo destinaba para ayudar económicamente a sus familiares.


Mireya lo describe también como un hombre muy “picaflor”. “¿Alí? ¡Ay, Dios! Ese era muy enamoradizo, nunca voy a olvidar que yo tenía una lista de todas las jovencitas que tenía por novias, porque, además, él dejaba una excusa diferente para cada una. Cuando regresaba, si yo había hecho las cosas bien, me decía: ‘buena secretaria’”, relata Mireya entre risas.




Mireya, además comenta que Alí era de muy buen humor. “Siempre tenía un chiste, pero también debo decir que su carácter salía a flote cuando veía que alguien se aprovechaba de otra persona, ante las injusticias en general. Pero si tú le llegabas con una sonrisa, ése hombre te respondía con una más grande”, señala.


Con sus sobrinos, Alí se caracterizó por ser un tío cariñoso y ejemplar. “A mi tío siempre le gustaron las cosas bien hechas. Fue muy consentidor y cuando podía nos sacaba en su camión a la playa para pasar rato con nosotros”, relata su sobrina Zuly Primera, quien tenía 13 años de edad cuando falleció el cantor.


Sandino Primera tenía 5 años con 11 meses cuando murió Alí, pero de su experiencia lo describe como un padre excepcional, amoroso y preocupado por el bienestar de los suyos. “Recuerdo que siempre me hacía cosquillas con su barba y cuando duraba tiempo de viaje y llegaba, al vernos él corría desesperado a abrazarnos. Siempre estuvo pendiente de su gente”.


Otro de sus hijos, Alí Rafael, afirma que pese a no haber tenido la oportunidad de conocer a su padre, las canciones han sido su mejor compañía: “la mejor herencia de mi padre para mí y para su pueblo son sus canciones. Allí está el espíritu de lucha, la humanidad y sensibilidad que lo caracterizan”.


Su paso por “la casa que vence las sombras”


Alí terminó su educación básica en el Mariano Talavera de Punto Fijo y de allí se fue a la ciudad capital donde obtuvo su título de bachiller en el Liceo Caracas. Ingresó específicamente en el año 1965 a la Universidad Central de Venezuela (UCV) para realizar estudios de ingeniería química. En los cafetines y jardines de la máxima casa de estudios, se dio a conocer como el “serenatero”.


Estudiantes de la época, como Fátima Lugo, lo recuerdan inquieto, deambulando por los pasillos con su guitarra y alzando cantos en protesta por las injusticias sociales. “Me acuerdo de Alí por su inigualable personalidad. Él andaba por las instalaciones de la universidad cantando y era el primero que salía con pancartas a protestar por lo que se estaba haciendo mal. Además, nos reuníamos con él en tierra de nadie a escucharlo. Trataba de hacer despertar al pueblo”, asegura Fátima.


Europa y su primer par de retoños


Alí Primera se hizo militante del Partido Comunista de Venezuela, organización política que le otorgó una beca en 1968 para realizar estudios de química de petróleo en Rumania. Estando en tierras europeas, grabó su primer L.P. titulado “Gente de mi Tierra”, que luego sería vetado por el gobierno venezolano.


En Europa, Alí conoce a Taria Osenius, maestra de idiomas oriunda de Suecia, con quien tuvo sus primeras hijas: Maria Fernanda “Chimpi” a quien le dedicó el tema “Los pies de mi niña” y María Ángela “Marimba”, a la cual le escribió “La piel de mi niña huele a caramelo”.


La estadía en Europa no fue fácil para Alí, la difícil situación económica le llevó a lavar platos en restaurantes y a cantar en distintos locales para hacerle frente a su crisis. Él mismo en una oportunidad llegó a afirmar: “En Europa el mundo se me hacía chiquito aún con los latinoamericanos. Yo lavaba platos por no vender mi canto y a veces lograba cantar en sitios donde realmente se respetaba mi canción”. En 1973 regresa a su país natal con su mujer y sus dos niñas a vivir en un apartamento de El Valle, Caracas.


 

Más tarde, culmina aquella relación sentimental e inicia otra con una caraqueña llamada Noelia Pérez, en quien engendró a Jorge Ernesto “El tupamaro”, apodo que le colocó el mismo Alí en referencia a los guerrilleros urbanos de Uruguay.

Según su hermana Mireya, Alí nunca perteneció a un grupo guerrillero de manera oficial, pero sí sostenía reuniones y encuentros con algunos: “Mi hermano nunca ingresó a las filas de un grupo guerrillero, pero sí los apoyaba, les ayudaba a obtener recursos y de vez en cuando participaba en reuniones para dar su aporte ideológico”.


Es ese mismo año en el que regresa a su Venezuela natal (1973), Alí primera apoyó a José Vicente Rangel en su primera campaña electoral. Sobre Rangel, el cantor llegó a decir: “Es el único candidato que he apoyado en la vida en razón de que encarna el hombre de carisma y que ha elevado su nivel de compromiso con las luchas populares”.


Le llegó su Sol y eterno amor


El 10 de Marzo de 1977 Alí Primera conoce a la cantante Sol Mussett en un evento llamado Los venezolanos primero, dirigido por Gerardo Brito y realizado en Barquisimeto, estado Lara. Sol fue invitada como ganadora del primer lugar de la voz liceísta en años anteriores, para aquél entonces la joven tenía apenas 17 años de edad. Ella misma relató el encuentro y la odisea que atravesó la pareja en una entrevista exclusiva para YVKE Mundial:


“Mientras cantaba, yo sentía una mirada muy fuerte y cuando me di cuenta era Alí. Me bastó verle la transparencia de sus ojos para darme cuenta de su calidad espiritual. A partir de ése entonces, en mí se despertaron los sentimientos más bellos.


Durante la reunión, Alí se acercó a Rafael Mussett, hermano de Sol, y le dijo que le parecía que cantaba muy lindo aquella joven, que le gustaría grabarle un disco.


“El manifestó su interés en grabarme un disco y, por supuesto, de allí salió la gran anécdota, porque efectivamente me hizo mis cuatro mejores canciones, las cuales quedaron grabadas en mi vientre, se llaman: Sandino, Servando, Florentino y Juan Simón”, comenta Sol sonriendo.


Sin embargo, como buena historia de amor, no todo fue rosa en esta pareja. La diferencia política entre el papá de Sol, quien era “adeco” férreo para la época, y Alí, no permitió, en un principio, que la relación se desarrollara en completa armonía.


“Cuando a mi papá le dijeron que Alí era un comunista, rompió la primera correspondencia de discos que me había enviado y me prohibió recibir sus llamadas, cartas, en fin, tener algún tipo de contacto con él”, relata la señora Sol.


Los novios se las ingeniaron y Ali pasaba tres veces al día en un carro que pedía prestado, sólo para tirarle un beso, tocarse el pecho y en silencio susurrarle a su enamorada un “te amo”.


Luego de muchos inconvenientes y conflictos que llevaron a que la mamá y hermanos se enfrentaran al padre de Sol, éste por fin aceptó recibir la visita de Alí en su casa. Cuando llegó el tan esperado día, el señor Rafael Musset lo recibió gritándole a Sol: “Negra, por esto es que usted llora enamorada. Este guaro es muy feo”.


“Una vez en la sala mi papá le dice: ‘¡Mire, Alí! A mí no me gustan los amores ‘madura cambures’, deje de estar sobándome a la muchacha para madurármela, póngale fecha a ese matrimonio ya’”, recuerda Sol.


De allí en adelante, Alí Primera fue ganando espacio en aquella familia de adecos. Gracias a su nobleza y paciencia, el padre de Sol lo aceptó y hasta comenzó sostener largas conversaciones con su yerno, el comunista.


“Mi mamá estaba muy enferma, por lo que llegó un momento en que las visitas comenzaron a ser más para ella que para mí. Alí le compró una silla de ruedas y siempre estuvo muy pendiente de ella, hecho que hizo que se ganara el afecto de mi padre. Recuerdo que si le regalaban algo alusivo al partido AD, porque a él le hacían muchas bromas con eso, se lo traía a mi papá”, comenta Sol.


Sol Musset y Alí Primera se casaron el 17 de junio de 1978. Las tarjetas de la boda llevaban impresas la humildad que ha caracterizado siempre la personalidad del “cantor del pueblo”, pues donde las invitaciones suelen decir el tipo de traje a usar, Alí le mandó a escribir a las suyas: “la sencillez nunca deja de ser elegante”.


“Nuestra boda fue del pueblo, tanto así que la primera invitación Alí se la entregó a ‘Marquito’, un señor del estado Lara que vendía quesos por la calle”, manifiesta la esposa del cantor.


“Estar a la orilla del riachuelo”, fue el tema que Alí Primera le dedicaría a su esposa Sol Mussett.


Perseguido, pero no acallado


Alí Primera fue objeto de numerosas persecuciones y atentados a causa de la temática de sus canciones.


Las emisoras radiales que se atrevían a poner los temas de Alí eran cerradas o los locutores botados. No obstante, fue impresionante la cantidad de gente que se sabía sus letras, así lo demostraban en los encuentros en los que se presentaba el cantor.


En una oportunidad, mientras Alí viajaba a México, su apartamento 12-3 del edificio Araguaney, ubicado en El Valle, fue allanado. Destrozaron las instalaciones, incluyendo colchones y demás enceres, los cuales se encontraban impactados por balas.


“Yo nunca voy a entender cuál era el odio, qué tanto mal podía hacer un hombre que cantaba : `que triste suena la lluvia en los techos de cartón’”, manifiesta Sol Mussett.


Cuando estuvo preso en la Digepol, Alí fue torturado. Le colocaban constantemente electricidad en la garganta. “Alí me contaba en las noches de aquellas opresiones y me decía ‘ellos pensaban que así me callaban la boca, pero eso jamás’ y así fue”, afirma su viuda.


Como anécdota, la hermana del cantor, Mireya Padilla Rossel, cuenta que uno de sus hermanos, Alfonso Primera, era oficial de la policía y fue a sacar a Alí de la cárcel, pero, cuando lo llama para decirle que estaba libre, el joven revolucionario le contestó: “¿A mí sólo? ¡Pues no, señor! Cuando salga el último de los que están conmigo, salgo yo”.


En Acarigua también Alí sufrió un atentado en el que le dispararon a la camioneta que conducía, pero fue ingenioso, se salió del carro y dio vueltas para que los funcionarios de la Digepol creyeran que había fallecido. Más tarde, el cantor contaría cómo uno de los hombres se acercó, le dio una patada y dijo: “Ya a este lo callamos”.


Un canto que sigue vivo


Los temas que escribió la pluma de Alí se han caracterizado por ser premonitorios y hasta proféticos. Un ejemplo de ello es el tema “La noche del Jabalí”, escrita por el cantor a la nación de Haití y que ha tomado más vigencia que nunca a raíz del último terremoto que devastó ese país el pasado 12 de enero de 2010.


Sobre el día en que Alí escribe esta canción Sol Musset relata: “como yo siempre le dejaba grabada la emisora que se atrevía a poner sus temas y se la colocaba apenas llegaba, ese día yo tenía la radio encendida, pero Alí llegó llorando desesperado, pensé que algún familiar había muerto, porque apenas pudo hablar me dijo ‘ven, mi amor, tenemos que conversar’. Desesperado me decía ‘me están matando a mis carajitos, a los estudiantes, a las amas de casa en Haití y qué estoy haciendo yo por ese pueblo, ¡qué estoy haciendo!’, me decía sin parar de llorar”, recuerda Sol.


Los últimos momentos de Alí…llega el 16 de febrero de 1985


El último concierto de Alí Primera fue en Maracaibo, estado Zulia, el 12 de febrero de 1985, día de la juventud. El 14 de febrero fue a buscar a Sol que estaba en casa de sus padres para compartir con ella el día de los enamorados.


El 15 en la mañana llevó a Sandino, Servando y Florentino a la fiesta de carnaval del colegio. Esa misma mañana, mientras Sol le acomodaba su cabello, él quiso cortarse uno de sus rulos para entregárselo a su hija mayor, María Fernanda, mientras lo hacía pronunció las siguientes palabras: “Toma, hija, por si acaso algún día tu padre ya no está contigo”. Además, Alí le dio instrucciones a su esposa de cómo hacer algunas cosas que en casa que acostumbraba a realizar él.


Al mediodía hizo una sopa de papas, que era lo único que tenían en casa porque no había podido cobrar, y con eso quiso alimentar al pequeño Juan Simón de tres meses. “Nunca se me va a olvidar que encontré a mi esposo dándole sopa de papa al bebé y le dije que no lo hiciera, porque eso le iba a caer mal, que yo le daba pecho y, sin embargo, Alí me respondió ‘no has comido bien’. Insistí, diciéndole que había tomado suficiente agua, pero mi amado cerró aquella conversación con un ‘Déjame hacerlo, así cuando crezca le dices que su papá le preparó y dio su primer plato de sopa’”, relata Sol Musset con sus ojos entristecidos.


Alí Se fue de su apartamento cuando ya eran alrededor de las 7.00 de la noche, pero vaciló varias veces antes de irse. “Me dijo: ‘vamos a despertar al carajito (Juan Simón), juego con él un rato y me voy’, pero no quise porque me lo iba a dejar todo embochinchado y después yo solita tenía que lograr que se durmiera nuevamente y tenía mucha ropa para planchar. Sin embargo, me arrepiento de no haberlo dejado hacer lo que quería, porque lo de la ropa se podía haber hecho después”, confiesa Sol.


“Ese día lo acompañamos hasta la puerta. Su niña Maria Fernanda le llevó la guitarra, Sandino el cuatro, Servando el maletín y yo cargaba entre mis brazos a Florentino”, precisa.


“Mi vida, te amo. Mis hijos, los quiero”, con estas palabras Alí primera se marchó de su hogar y en la madrugada del 16 de febrero de 1985 un fatídico accidente en la Valle-Coche de Caracas acabó con su vida. Su hermana Mireya relata: “Por casualidad de la vida, uno de los muchachos que iba en el automóvil que impactó el carro de Alí era hijo de un amigo de él. A ese joven, Alí le había regalado el traje de graduación que estaba usando esa noche. Quien lo iba a imaginar”, manifiesta la hermana del cantor.


Al momento de su accidente, Alí venía de una sesión de grabación. Después de su muerte, José Montecano, uno de sus hermanos, también cantante, músico y compositor, culminó el álbum, el cual fue llamado Por Si No Lo Sabía.


Hoy, es propicio recordar que desde que el cuerpo sin vida de Alí fue sacado de las instalaciones del Alma Mater, lugar donde fue homenajeado en una ceremonia presidida por el entonces rector Edmundo Chirinos, hasta los pueblitos más recónditos que pasaron antes de llegar al cementerio, salió todo el pueblo a despedir a su Alí con claveles rojos en mano, rojos por aquella canción que grabó el cantor, aún en contra la voluntad de su esposa, la cual dice: “Cuando tenga los cuatro metros bajo mi tierra liberada, quiero que mis camaradas me despidan con canciones, flores rojas, puño en alto, y que me prometan seguir luchando por la alborada, que también es camarada”.




CORTESIA DE NOTICIA AL DIA 

Eurípides Romero, un árbol de zulianidad auténtica.



“Los artistas tenemos algo único que aportar a la sociedad. Tiene que ver con intereses espirituales y morales, cosas no materiales, que ni el mejor de los Estados puede dar”.


César Portillo de la Luz

(La Habana, Cuba 1922)

Eurípides Romero nació el 15 de febrero de 1923, en la calle Santa Teresita del sector Veritas de Maracaibo. Siempre ha vivido en esa zona veritera (veritas en latín significa verdad), cuna de grandes gaiteros. Es considerado el compositor más alegre de la gaita, sus piezas transmiten la máxima alegría de pascua, la fiesta del corazón plasmada en cada verso, en cada compás del 6/8 gaitero.


Los temas euripideños más celebrados de su cosecha son: “Vieja y famosa”, “Tiempo gaitero”, “Devoción gaitera”, “La vivarachera”, “La cantarina”, “La parrandera”, “La sandunguera”, “Madre adorada”; gaitas éstas impuestas por Ricardo Aguirre en la década de los sesenta. También compuso “El negrito fullero”, grabada por el actor Daniel Alvarado con Los Cardenales del Éxito en 1971, una referencia nacional en las parrandas; así como, “Fiesta decembrina” grabada por Danelo Badell con Los Cardenales del Éxito en 1978, y después muchas veces versionada, hasta en tiempo de vallenato.


Como gaitero de otrora, no vivió de su arte musical, pues en esos tiempos no se cobraba por gaitear. Vivió de su trabajo como sastre y luego como conductor de carrito por-puesto en Veritas, de su viejo automóvil, un Fordcitodonde trasladaba a los pasajeros por esa ruta maracaibera, mientras cantaba con su tono abaritonado y su genuino voceo maracucho.


Fue uno de los amigos más cercanos de Ricardo Aguirre “El Monumental”, eran vecinos, de un gran parecido físico y, a la postre, uno de sus más exitosos compositores.

Al momento de la muerte de Ricardo, el 8 de noviembre de 1969, 30 años tenía “El Monumental” Aguirre y 46 años el poeta Eurípides Romero, y era su compositor más cercano.

Siempre ha tenido un gran afecto por el sonido del acordeón, instrumento que llegó a sus manos proveniente de la costa atlántica colombiana y que ejecutaba con solvencia y pasión. Él es el único gaitero que parrandeaba con el acordeón, más que con el cuatro. Así lo pude ver por las barriadas maracaiberas al lado de Miguel Ordoñez, de Marline, serenateando a las ninfas parroquianas en largas tandas nocturnas y que se hacíandiurnas.


Actualmente vive en su patio natal, Veritas, diagonal a los tradicionales Cepillaos de Jesús Ríos, en su humilde casa de tejas, barro y mampostería. Allí lo visité junto a “El Primacho” Arrieta y Gilberto Rincón.En su casa se respira soledad, olor a mentol, estrechez. En sus ojos se apagó la luz, y su alegría ahora sólo vive en su obra musical.


Padece problemas prostáticos, un enfisema pulmonar y está casi ciego. Eurípides tiene 88 años de edad, con múltiples achaques propios de su avanzada edad. Este gran cultor marabino debería vivir dignamente sus últimos días. Pero las autoridades regionales no lo han atendido como él lo merece por su importante aporte a la música popular zuliana, y a pesar de su manoseado "amor chiquinquireño a la zulianidad," tanto el gobernador del Zulia como la alcaldesa actual de Maracaibo, mantienen su posición utilitaria para con los líderes culturales de la región, privilegiando por encima del reconocimiento a los creadores de nuestro pueblo, sus intereses políticos-proselitistas, y su eterna campaña narcisista.


Eurípides merece un justo reconocimiento, él amerita un homenaje solemne de su pueblo y las autoridades de turno, ya que Eurípides es y será una autoridad eterna de nuestra gaita.


Ayudémoslo a vencer al cíclope del abandono y a las sirenas del populismo zuliero.




CORTESIA DE SABOR GAITERO

NOTA POR LEON MAGNO MONTIEL

Humberto Rodríguez. El hombre crono de la gaita




“Nunca se acabará en nosotros la tierra seca,
cuando comiencen los rezos será para morirse”
Luis Alberto Crespo (Carora, 1941)

En el año 1945, Carora era un lugar de barro y espina, como la nombró el poeta L.A. Crespo, uno de sus hijos entrañables, creador irisado de la palabra. La ciudad cuna del maestro Alirio Díaz (1923), máximo ejecutante vivo de la guitarra en América Latina, esa árida tierra larense vio nacer al hijo del farmaceuta Pedro Rodríguez y la pianista Yolanda Balestrini: Humberto. La Carora de atardeceres bañados con cocuy, de insignes lutieres de cuerdófonos, y hoy en día, de extensos viñedos. Una aldea de cuatros y guitarras bien ejecutadas en casas de caña y mampostería. Esa tierra marcó el camino de la música a Humberto Rodríguez, y lo condujo hasta Maracaibo a principios de la década de los sesenta, una metrópoli que le prometía mejor escenario para el trabajo artístico y la bohemia acalorada.


Comenzó a participar en agrupaciones de aficionados: Los Antillanos, Juventud Alegre, hasta que entró a las filas del Conjunto Blanco y Negro. Luego pasó al Rincón Morales que ya había impactado en los canales caraqueños de cobertura nacional y era reconocido como “El Coloso de Cantares”. Humberto aportaba su voz de barítono, su solvencia al tocar el cuatro, su excelente verbalización al presentar los temas, y en paralelo a los escenarios; su vocación de compilador de discos LP. El ser un cronista musical nos habla de su generosidad, de su capacidad de vivir la vida de los demás intérpretes y así lograr estructurar el gran universo de la gaita, un trabajo pensado para la posteridad, para las generaciones venideras.


Así se fue forjando Humberto su talante de hombre-memoria de la gaita. Asumió su índole de coleccionista de discos de vinilo con método y asiduidad. Compilador de crónicas bien documentadas, de objetos que marcaban hitos o señalaban situaciones especiales en la vida de los gaiteros más destacados. Eso lo realizó con pasión y rigurosidad hasta sus últimos días.


Como profesional de la música logró integrar las filas de Los Guacos, Cardenales del Éxito, El Conjunto Número Uno, Los Mismos de Ayer, y de Mamaota y su Familia Gaitera, junto a su esposa Dora, quien lo acompañó durante cincuenta años. Dora Liduina Hernández de Rodríguez es una talentosa compositora oriunda de Los Puertos de Altagracia con la que se casó el 14 de febrero de 1970.


Conocí a Humberto cuando trabajaba para la Enciclopedia Británica a mediados de los años ochenta. Tenía su centro laboral en el edificio Tamacuary en la Av. 5 de Julio con calle 72, allí lo saludé por primera vez. Por esos días yo comenzaba a transmitir mi programa Sabor Gaitero en Radio Calendario 1020AM. Luego, lo pude visitar junto a su cuñado Arnoldo Hernández Oquendo, compositor y cronista gaitero, en su apartamento ubicado en Tierra Negra.


A Humberto Rodríguez lo bautizó “Mamaota” el carismático animador Guillermo Tesalio Barrera, en una transmisión radial. Él se lo quedó mirando, escrutándolo al detalle y le dijo: “vos sois más grande que el amor de madre”, en referencia a su espigada estatura. De allí derivó el mote “Mamaota” que lo identificó en el ambiente gaitero, su marca.


Reconocido autor de varias centenas de composiciones, temas que él creaba como teselas de un armonioso mosaico, enmarcadas en el compás 3/4 del vals, o el 6/8 de la danza y la gaita. Rodríguez llegó a destacar en 1974 con Los Guacos, como cantautor de los temas “Con gaitas fue” y “Parranda Fiestera”. Brilló con el conjunto Rincón Morales y sembró en el acervo venezolano su “Auyantepuy” en 1977, interpretado por Pablo Grey:


“Auyantepuy fibra de luz, bendito Dios y tú.

Poder de altiplanicie se asoma por la distancia…”

En la voz de Gladys Vera nos regaló “Por eso Gaita” en 1978, con un magistral introito de cuatro, bajo y voces en hermosa polifonía de Santanita. Con Los Fabulosos nos dejó “Mi Ciudad” (1975) en la voz de Betty Alvarado, con un dejo de Onda Nueva en su arreglo. Con el Birimbao logró pegar el tema “Ciudad de Sal” interpretado por Jerry Sánchez. Y en el año 1989, en el marco del Festival Una Gaita para El Zulia, presentó su tema “La gaita que llevo dentro” que interpretó la profesora Ingrid Alexandrescu Mûller con Élite Gaitera. Esa edición del festival se realizó en la Plaza de Toros de Maracaibo, lo transmitió Televén bajo la producción de “El Negro” Charles y tuve el honor de animarlo junto a Cayito Aponte y Jesús Terán “Chavín”.


“Mamaota” fue dueño de un talento especial para la radio. Su voz con registros bajos, su impecable dicción y su honestidad al relatar los hechos, hicieron que germinara el éxito en el programa “El Súper Show de la Gaita” junto a Juan Carlos Higuera en la emisora de la Organización Higuera Miranda. Colaboró en muchas ocasiones con Ramón Soto Urdaneta para “Sábado Gaitero” en NCTV y consolidó una buena dupla con la periodista Moraima Gutiérrez en la emisora del CNB.


Al final de su vida pasó muchas horas en el Centro de Educación Popular “Chevoche” (CEP), en Santa Rosa de Agua. Allí dirigió la emisora Coquivacoa 94.3FM y desplegó su anecdotario, su historia viva de la música zuliana. El sociólogo Giovanni Villalobos tuvo el honor de recibir lo más importante de su vasta colección de discos y crónicas para la biblioteca y fonoteca de ese centro cultural “Chevochiano”.


Humberto “Mamaota” Rodríguez murió el 12 de marzo de 2011, luego de luchar largos años con la diabetes y sus complicaciones, de vivir el suplicio de las diálisis semanales y las dolorosas amputaciones. Con él se nos fue un hombre que fue solista de los conjuntos de vanguardia, un comentarista de culto en la radio local, y un gran apologeta de la música maracaibera.


No tuvo descendencia, pero nos dejó sus composiciones, su aporte a la memoria musical de esta tierra, su mecenazgo a favor de los juglares zulianos. Fue un hombre de paz, opuesto a la guerra cainita entre los gaiteros, que tanto daño y tanto dolor ha producido al gremio.


Él nos legó la forma ética con la que transitó su vida, y su don para prodigar amistad. Misión más que cumplida maestro Humberto, luz a su alma por siglos.







CORTESIA DE SABOR GAITERO


ESCRITO POR LEON MAGNO MONTIEL

LUIS GERMAN BRICEÑO "El Catire machete"


Llamado el Catire Machete, nació en Maracaibo el 13 de febrero de 1962. Es licenciado en Educación egresado de LUZ, solista, compositor y locutor.

 Se inició siendo aún un niño, en 1972, con sus actuaciones en Los Zagalines del Padre Vílchez, con los cuales impuso temas como “Así es Maracaibo”, “Aquel Maracaibo Aquel” y sobre todo “El Catire Machete”, con la cual ganó el I Festival de La Voz de Oro Infantil del Estado Zulia en 1973 y que le valió ese apelativo desde entonces.

 Su prestigio actual se debe a su larga trayectoria en el mundo gaitero. Al salir de Los Zagalines se integró a las filas de Rincón Morales para luego formar parte de Gaiteros del Viejo Victor con quienes impuso “Cinco Negros” de William Atencio, y del Grupo Leyenda.
 De nuevo bajo la tutela del Padre Vílchez, en 1986 forma parte de Los Zagales, hasta 1988 cuando se convierte en integrante de los Cardenales del Éxito.

 En 1991 se sumó a Gaiteros de Pillopo. En 1996 tuvo una estancia corta en Los Jocosos y un año más tarde fue parte de VHG con quienes impuso el tema “Los Forjadores”, en homenaje a los compositores.

 En 1998 ingresó a Maragaita y en el 2002 se incorpora a la novel agrupación Somos con la cual obtuvo en esa misma temporada grandes elogios.

 Entre sus composiciones destaca “Raíces” (1980), conocida popularmente como “Patria”. Con Maragaita impuso los temas “Gaita Vieja del Saladillo” y “La Molienda”, entre otros.



CORTESIA DE SABOR GAITERO