Cortesia del Escaparate.
En
octubre de 1897 la Isla de Wigth, ubicada en las agitadas aguas al sur
de Inglaterra, fue el escenario donde Guillermo Marconi estableció la
primera estación de radio. Un año antes, había obtenido la patente como
inventor de ese medio de comunicación, que permitía emitir mensajes a
través de ondas electromagnéticas. Es justo destacar que la radio es una
niña con tres padres, uno ruso Popov, otro serbio Tesla y el italiano
Marconi, los tres físicos coadyuvaron a su creación. El novedoso
invento tendría su primera emisión comercial en 1920, en la emisora
KDKA, en la ciudad de Pittsburgh, urbe norteamericana célebre por sus
acereros pioneros. Diecisiete años más tarde, nacería en calle San
Gregorio de la barriada Santa Lucía, en Maracaibo, la voz más
representativa de ese medio de comunicación en el occidente, Pedro
Colina. Fue exactamente el 19 de mayo de 1937, cuando llegó el tercer
hijo de José María Colina en Rosalía Polanco, falconianos que llegaron a
la urbe petrolera, a la ciudad puerto para sembrar su familia. Lo
llamaron Pedro Celestino, nombres que lo marcaban con sus significantes;
“fuerte como piedra que llega del cielo”.
De niño solía jugar al locutor con micrófonos que él mismo construía
con pequeñas cajas de papel. Era un muchacho elocuente, rápido
mentalmente, dotado de una simpatía natural. Un típico tauro, apegado a
los dones de la tierra. Él se permeó del arte de los pioneros de la
radio y de la gaita, los escuchaba con devoción, los estudiaba al
detalle. En las reuniones familiares solía declamar con gracia y
solvencia, asombraba por su capacidad para construir frases, recordar
pensamientos célebres, con una profusión de cascada verbal.
A finales de la década de los 50 comenzó en el medio radial, trabajó
en Ondas del Lago junto a Felo Barradas. Luego pasó a formar filas en la
Publicidad Anuncios Cristalino, dirigido por el Doctor Luis Guillermo
Cristalino, quien lo había conocido narrando boxeo como aficionado, y le
impactó su carisma y versatilidad. Su espacio radial lo realizaban en
Popular 700AM, estación ubicada en la avenida Santa Rita, tenía el
célebre teatrino llamado “La fonoplatea de los éxitos”. Fue animador de
los primeros festivales gaiteros, rápidamente se hizo popular entre los
conjuntos profesionales y aficionados de la época. Tenía un aspecto
jovial, con la redondez típica de un buen comensal, de cabello ralo y
escaso cuello. Pedro Celestino Colina impactaba con la fuera de su
verbo, era elocuente, los auditorios se conectaban de inmediato con su
oratoria, su labia imantada.
Siempre estuvo enfocado entre la comunicación comunal y la animación
festiva, amaba exaltar la musicalidad criolla. Fue el primer locutor
conectado con intereses comunitarios, preocupado por el espacio público.
Vocación que lo llevó a crear cooperativas para incentivar el
urbanismo, el conocimiento y preservación del patrimonio histórico de la
ciudad.
El
cantor Ricardo Aguirre era dos años menor que Pedro. Cuando Aguirre
comenzó a brillar con Cardenales en 1962, se hizo su hermano y así se
llamaban. En noviembre de 1969, Pedro acompañó las exequias más
multitudinarias que Maracaibo recuerde, y ocho años después, en los
estudios de la emisora Mundial Zulia, creó en su memoria, un monólogo
con Ricardo, que presentó en su programa “El gaitazo” de 1977. Dicho
programa comienza con el efecto de una puerta que se cierra, y luego
Pedro decía: ”Ricardo, pasa hermano, siéntate. Ya han pasado ocho años
de tu partida.” Un diálogo simulado con el gaitero de mayor magnetismo
con el pueblo: Esa producción logró mantener en vilo a la audiencia, que
los imaginaba frente a frente, como dos viejos amigos que se contaban
sus pesares.
Ya entonces Pedro era considerado “La primera autoridad de la gaita
en Venezuela”, como quedó plasmado en el LP editado por el sello
Discomoda, contentivo de los mejores temas de los diez conjuntos de
mayor peso en la década de los 70. Producción exitosa que coronaba con
el poema de Chinco Rodríguez “El regionalista”:
“No hago el verso tierra adentro
pues no conozco los llanos,
ni los estados cercanos
ni las bellezas del centro.
Yo mis versos los concentro
en los lares de occidente
donde un lago transparente
es un cristal que hoy nos muestra
una imponente silueta
de su majestuoso puente”.
(Rodríguez, 1970)
Como dato curioso, ese Long Play tenía un precio de venta al público
de 25,00 Bs. (un poco alto para ese momento) y fue récord en ventas ese
año. Comentado en todos los diarios y emisoras de la región. Lo que hoy,
en este nuevo paradigma de las redes sociales, sería un “trending
topic”, una tendencia muy marcada en el panóptico digital, que vigila
todo, a toda hora.
Cuando murió Ricardo Aguirre, se desató una polémica sobre el futuro
del género gaitero. Algunos consideraban que había quedado acéfalo y
estaba condenado a desaparecer. Motivado por esas proyecciones
pesimistas, Pedro compuso “La gaita no ha muerto”, que grabó el Conjunto
Santanita en la voz de Alberto Villasmil en 1970:
“La gaita no ha muerto, ni morirá.
Los que dicen que murió
dejaron de ser zulianos ya,
no veneran a la China
Virgen de Chiquinquirá.”
Con una gran lealtad a la memoria de su amigo, el bardo-hermano que
había dejado su vida en las calles de Veritas, le dedicó el verso más
emotivo:
“Cantemos todos los años
gaitas del Monumental
la inspiración de Ricardo
todos deben venerar”.
(Colina,1970)
Don Pedro era un ecologista, hombre enamorado de la natura, un
bucólico declamador que exaltaba las grandezas del suelo patrio. Realizó
el programa “Viva Venezuela” en las madrugadas, aupó la protección de
los animales, el respeto a su reino, tuvo una actitud sanfranciscana
hacia las mascotas. Esa estructura interna de valores, que siempre lo
movió, lo llevó a comenzar estudios de agronomía en la Universidad del
Zulia, pero la dinámica de la radio, las tarimas de feria, los shows
gaiteros y serenatas lo alejaron de las aulas y se consolidó como
comunicador. Realizó el programa conservacionista que llamó “Tu amiga el
agua” patrocinado por el INOS, la hidrológica marabina de entonces.
Fue el creador del “turismo escolar”, iniciativa que lo llevó a
contratar los servicios de un autobús que llevaba a escolares de
primaria a conocer los estudios de su emisora y después les hacía un
recorrido por los sitios icónicos de Maracaibo: La Basílica, la Plaza
Baralt, Hotel Granda, Calle Derecha, El malecón, mientras Pedro les
hacía un ameno relato de su historia. Él seguía a la ciudad como su
enamorado, y ahora, varias décadas después, la ciudad le sigue a él, su
huella perdurable.
Tuve el honor de conocerlo en la escuela Gabriela Mistral ubicada en
el barrio Amparo. Allí llegó en una camioneta Volskwagen que mostraba
los logos de la emisora Mundial Zulia. Bajó de su unidad móvil y comenzó
preguntar a los alumnos y maestros por las necesidades y carencias de
la escuela. Él, como una esponja, captaba el sentir de cada sector y lo
transmitía con tono serio de denuncia. Con esa labor generaba una
respuesta solidaria del colectivo y creaba conciencia ciudadana.
Uno de sus programas más exitosos fue “Buenos días, Señor
Gobernador”. Lo realizaba muy temprano en las mañanas, era un espacio
donde denunciaba los abusos de poder, la corrupción y la ineficiencia de
gobernadores como Hilarión Cardozo y Carmelo Contreras. En esa radio
que solo tenía la banda AM (de amplitud modulada) gozaba de una sintonía
multitudinaria, casi total. Recuerdo haber escuchado su mancheta al
aire, mientras iba en el carro de mi padre Luis Nemesio Montiel:
“Hilarión, que hiciste con el avión”, en referencia a un hecho de
corrupción de ese gobernador colocado por el dedo del presidente Rafael
Caldera en 1970, el mismo dedo que ordenó y firmó, le cayera la piqueta
al barrio El Saladillo, y así borrarlo para siempre.
En varias ocasiones lo hicieron preso, se lo llevaban detenido de la
emisora en una camioneta policial que llamaban “la perrera”. Querían
amedrentarlo, coaccionarlo para que desistiera de sus denuncias. Pero
Don Pedro, no cejaba en su misión como locutor reivindicativo, como
valiente denunciador y defensor de los humildes. Creó y patentó un
eslogan que dio el marco teórico a su acción social: “Hay cosas que por
sabidas se callan y por calladas se olvidan”.
La segunda vez que vi en persona a Don Pedro Colina, fue animando en
la Feria de la Chinita, en una tarima ubicada frente al Parque Rafael
Urdaneta. Vestía con un safari marrón, presentaba de forma entusiasta
varios conjuntos gaiteros, con impecable dicción, genialidad y una voz
de tono medio y brillante. Los parroquianos decían: “nos vemos en la
tarima de Don Pedro, es la mejor”.
En 1963, mientras participaba en una serenata a las madres, al amanecer
de ese domingo de mayo, junto a su amigo Ricardo Aguirre y los
Cardenales del Éxito, compuso su tema emblema “Madre”:
“Mi madre es la inspiración
es la joya más preciosa
es la estrella esplendorosa
que alumbra mi corazón”.
(Colina, 1963)
Ese tema, es una de las pruebas contundentes de que la gaita no sólo
se hacía en diciembre, pues los gaiteros se activaban en fechas patrias,
asuetos, pero especialmente en el día de las madres, era una tradición
salir a gaitear ese segundo domingo de mayo:
“Madre es palabra de amor
madre es grito de agonía
madre no expresa rencor
madre es vida y poesía”.
Como hombre creativo, con imaginación exacerbada para hacer radio,
Pedro realizó un importante “Homenaje a Ricardo Aguirre” con el
poema-gaitón “Dos Negros” que editó el sello Discomoda y distribuyó en
todo el país. Su voz se alternaba con segmentos de las gaitas del
Monumental, con una edición típica de los estudios de radio de la época:
“Y comenzó el parrandón
por los confines del cielo
la gaita en su raudo vuelo
con las estrellas jugaba.
Y una voz, triste, profunda
a nuestra China cantanba”.
(Colina, 1970)
La referencia a dos negros, la hizo para homenajear a Jesús Reyes
“Reyito” que había fallecido en 1966, a quien él consideraba un genio de
la composición, autor de las danzas “Maracaibo en la noche”, “La
guitarra de mi lago”. Y fue co-autor de la gaita “Guayana Esequiba” que
impuso El monumental Aguirre. Al bardo Reyes Reyito le rindió homenaje
en el tema “Mi danza” de 1965:
“Fue Jesús Reyes Reyito
quien con peso y derroche
rindió al Zulia su granito
con Maracaibo en la noche”.
(Colina, 1965)
Sus días de radio los compartió con su compadre Euro León, con su
coterráneo Charles Arapé, gran productor nativo de la Sierra de Coro, y
con su colindante en la cabina Wanerge Castillo Finol, la voz comercial
más cotizada de esas décadas y a quien llegó a nombrar en sus
grabaciones discográficas.
Su aguda inteligencia, su versatilidad como animador y declamador,
sufrió una terrible emboscada en marzo de 1978, cuando le fue
diagnosticado un cáncer renal en etapa terminal. En pocos meses su
cuerpo cedió a los estragos del carcinoma oculto, que unido a una
insuficiencia renal, como consecuencia de la diabetes que lo molestaba
desde joven, hizo muy violenta su enfermedad y sólo pudieron resignarse a
despedirlo.
Sus oyentes, amigos y su amantísima familia recibieron la noticia de
su deceso la madrugada del 29 de septiembre, falleció en su casa de la
urbanización Zapara. Las exequias se realizaron en la Funeraria Zulia,
ubicada en la carretera Unión. Los grupos gaiteros, sin excepciones,
hicieron guardia de honor alrededor de su féretro y le cantaron sus
gaitas predilectas. Recuerdo una anécdota que contaba en la radio su
amigo y colega entrañable Oscar García: “Lo visité en su lecho de
enfermo, ya sin expectativa de sanación, casi fulminado por la
malignidad del tumor y sus complicaciones, y me dijo: Cuando muera
vísteme de fiesta, como para ir a serenatear”. Y así se cumplió, ese 30
de septiembre, Pedro llevaba una camisa muy florida, como para hacer
parranda, en su cortejo fúnebre iba lleno de colores, camino al
encuentro con la tierra y con su Dios. Sus restos reposan en el
cementerio Corazón de Jesús.
Don Pedro sólo logró vivir 41 años, con asombrosa intensidad. La
mitad de esa vida estuvo junto a su esposa Eléida Beatriz Abreu, a quien
conoció en la vecindad La Pomona, sitio predilecto para las
celebraciones con los amigos, donde se percibía el aroma del café recién
molido a toda hora. Su primogénita Lía Rosa Colina, es una destacada
locutora y cantante, nació el 10 de noviembre de 1965, el día de San
León Grande, actualmente vive en Carolina del Norte, EEUU. Elio León
Colina Abreu, su hijo menor, tiene un gran parecido físico con él y goza
de gran cariño en el ambiente gaitero.
En tan breve tránsito vital, Pedro Celestino sembró su voz en la
memoria de la ciudad, dio testimonio de su conciencia ecologista y de su
amor a nuestra música. Tocó con su voz el corazón de este puerto, urbe a
la que tanto amó, y a la que se consagró. En las escuelas del Zulia,
en los actos culturales de nuestras ciudades alrededor del lago, siempre
se escuchará algún infante recitar su poema icónico “El regionalista”,
rememorando la emoción que despertaba Pedro al entonarlo, la que aún nos
conmueve:
“Cuando de ese lago
escucho el chapoteo del marullo
se me infla el pecho de orgullo
al saberme maracucho”.
Como lo escribió Rafael Rodríguez en 1976 recordando a Ricardo
Aguirre: “allá en la plaza, bajo la luna, un negro canta”, pienso que
Don Pedro a su lado, nos habla bajo plenilunio, y atiza con su palabra
el amor por esta tierra y sus tradiciones. Como si él fuese su amante,
con su rumoración en la radio, creando imágenes en cada hogar. Y junto a
ellos dos (el hombre y la ciudad) un tercer ser que nace de esa unión:
la gaita.
Demos gracias al escocés James Cleck Maxwell por sus investigaciones
sobre la propagación de ondas magnéticas. Demos gracias al alemán
Heinrich Rudolf Hertz por su aporte científico inconmensurable. A los
patriarcas de la radio; Popov, Tesla y al italiano Marconi, quien desde
su piróscafo romano, conectó mundos diversos a través de ondas
hertzianas. Esos hombres de ciencia, nos permitieron escuchar desde ese
aparato sencillo y portátil, que a pesar de su vetustez sirve para unir
infancias; al más grande de la radiodifusión zuliana, Don Pedro Colina.
Editado por: León Magno Montiel – @leonmagnom – leonmagno@saborgaitero.com